Haciendo un repaso a la prensa local, la nota que se le pone a Matías Almeyda cuando casi hemos alcanzado el primer tercio de la competición, de media sería un bien alto o un notable.
Con una plantilla con bastantes limitaciones, y habiendo perdido a los dos jugadores más importantes la temporada pasada, Lukebakio y Badé, mantiene al equipo en una zona tranquila y más cerca de Europa que de los puestos de descenso.
Ante un club que está descabezado, que no aparece nadie para dar explicaciones, Almeyda se ha convertido en el portavoz, en la persona con predicamento a la que los sevillistas se agarran.
Pero también exige, y es consciente de que va a ser muy difícil que con las lesiones y con los pocos jugadores que tiene, mantenga este nivel, es por eso que ha presentado una lista de descartes y de preferencias para fichar en enero.
No se cuenta con Álvaro Fernández, un portero que no ha entrado en ninguna convocatoria y que desde el principio el cuerpo técnico vio que no tenía un nivel mínimo para jugar en la élite.
Reclama un defensa central que pueda mejorar a Ramón Martínez y a Kike Salas, dos futbolistas que no juegan prácticamente nada. Los sevillistas se preguntan qué es lo que ocurre con el de Morón de la Frontera, pero si el entrenador no lo usa y no lo quiere en el plantel, lo mejor es que se vaya.
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Ejuke, aunque disputó algunos minutos el pasado sábado contra Osasuna de Pamplona, no le quedó otra ante la falta de efectivos. Lo considera un futbolista muy irregular, y preferiría que su sitio en la plantilla lo ocupara un delantero centro.